Publicado por Nora
Emma Bovary ha osado “manifestarse”.
Ha osado:
Desear
Fantasear
Mentir
Leer
Soñar
Salirse del lugar “predestinado”
Apasionarse
Encontrarse a escondidas
Planificar su fuga
Relegar a su hija
Despreciar su medio
Ignorar mandatos, desobedecer
Aspirar a otra vida
Aferrarse a la mística y soltarla…
Sumergirse en lo religioso y salirse y volverse a sumergir…
Pretender la riqueza
Aspirar a pertenecer a la “alta sociedad”
Negociar con dinero, asumir como propio lo prestado
Endeudarse
Ostentar
Controlar a ciertos hombres
Pagar por sus gustos y pasiones
Ser la “estratega” de sus planes
Por todo ello, y por más… (quizás) decide Flaubert que “muera padeciendo”.
Se atrevió a transgredir y entonces debe ser “aleccionada” ella; y su historia “aleccionadora”.
Yo, ser humano y mujer, en mi ser “hermana y congénere”, en otra dimensión (tiempo y espacio), con otras alternativas y en una relación de asimetría por algunos logros obtenidos a través de la historia,
-la comprendo
-la contengo
-empatizo con ella
-me solidarizo
-me entristezco con su destino
-me conmuevo
-me rebelo
-la admiro
-la compadezco
Revalorizo su tremenda historia de búsqueda insaciable y alma insatisfecha.
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Algo de su contexto histórico:
En 1857, hace siglo y medio, Charles Baudelaire y Gustave Flaubert fueron llevados ante la justicia con pocas semanas de diferencia por la publicación de Les fleurs du mal y Madame Bovary. Habían nacido en el mismo 1821, como Dostoievski, eran amigos y admiraban sus respectivas obras.
La condena de estos dos libros bajo el cargo de inmoralidad señala el comienzo de la literatura moderna. Se discute quién fue el primero en emplear la palabra modernidad, si Edmond de Goncourt en 1857 o el propio Baudelaire dos años después.
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Expresa Edgar Morin en su libro “¿Hacia el abismo? Globalización en el siglo XXI” La crisis de la Modernidad:
“Ciertamente en la modernidad el aspecto científico es predominante, pero se instaló una bipolaridad que contiene, al mismo tiempo, la cultura del éxito, el dinero y el poder junto con la de la sensibilidad, el alma y la poesía, particularmente cultivada por la adolescencia y los grandes poetas adolescentes, de Shelley a Rimbaud, pasando por Novalis, y mantenida por la cultura femenina. La modernidad, a la vez que niega este aspecto adolescente, lo mantiene: provoca su negación, y a la vez lo reprime.
La modernidad se manifiesta a través de tres grandes mitos: el mito del dominio del universo, formulado por Descartes, Buffon y Marx entre otros; el mito del progreso, de la necesidad histórica, que se impone a partir de Condorcet; y finalmente, el mito de la felicidad. Ya Saint Just decía: “La felicidad es una idea nueva en Europa” Y dese el siglo XIX hasta la década de 1980, la cultura difundida por los medios de comunicación propagará el mito de una felicidad al alcance de todos, los individuos de nuestra civilización.” (Morin, 2010, p. 21)
Emma: ¡fiel precursora y reflejo de su tiempo!
Referencias bibliográficas:
Flaubert, G., (1984). Madame Bovary, España, Sarpe.
Morin, E. (2010). ¿Hacia el abismo? Globalización en el siglo XXI, España, Espasa Libros (Ediciones Paidós Ibérica)