10 de junio de 2011

Madame Bovary I


Por M.C.


Termino de leer Madame de Bovary, parándome en cada frase, en cada concepto, descubriendo una notable brillantez narrativa que me hace comprender porque es un libro que perdura en el tiempo, que muchos hemos leído en diferentes épocas de nuestra vida, para volver a releer años más tarde con admiración, recreándonos en su narrativa, en el detalle con que describe los personajes, sus emociones, su entorno, descripción de lugares, costumbres, festejos, llegando a análisis filosóficos y religiosos.
Gustave Flaubert, crea en Emma un prototipo de mujer, personaje central, alrededor del cual afloran personas, hechos, paisajes, que existen en cuanto que se relacionan con ella "Dueña y Señora de la narración".
Me recreo en los paisajes  en sus ferias, sus festejos, en las emociones, caracteres y formas de vida de las personas que se entrecruzan, que se enlazan y se desenlazan.
Me revelo al comprobar una forma de vida con normas de convivencia muy rígidas en especial para las mujeres, de las que no es posible escapar sin culpa y, que asfixia a la soñadora protagonista Emma, originando la trama y el desenlace fatal de la narración desarrollada en un medio rural muy cerrado: "Lugares en que el lenguaje carece de relieve y de carácter el panorama".
No entiendo el escándalo que en su día causo el comportamiento de Emma al publicarse el libro. Más bien  podrían haberse escandalizado de actuaciones de las personas que la rodearon, usureros que la acorralan, amantes que terminan su relación con frases despectivas, y comportamientos indignos, una suegra que intenta cambiar su forma de vida prohibiéndole leer libros, personajes mezquinos entre los que Madame de Bovari se ahoga en sus sueños: "Su vida era fría como desván con ventana al norte, y el aburrimiento -silenciosa araña- hilaba su tela bajo la sombra de todos los rincones de su corazón". 
 
Solo puedo salvar a su marido, hombre trabajador, que a su manera la amo profundamente, aunque sin hacer esfuerzos por entenderla, por penetrar en su mundo, era como un hermoso bibelot que adornaba la casa, que lo llenaba de orgullo, y a la que no le negaba los caprichos, sin intentar enlazarse a su soledad. Solo a la muerte de Emma, queda tan derrumbado, que muere en poco espacio de tiempo, durante el cual su vida cambia, y es como si ella al morir le hubiera insuflado algo de su poesía: "Para agradarla, como si viviese aun, adoptó sus gustos e ideas, compróse botas de charol, usó corbatas blancas, untóse en el bigote cosméticos, y hasta, como ella, firmó pagarés ".. . .
      
Al leer los primeros capítulos pensé en una Madame Bovary  ambiciosa, egoísta y amante del poder. Al avanzar en la lectura sin abandonar totalmente esos adjetivos, fui cambiando de opinión y añadiendo otros, Mujer cultivada intelectualmente en mayor grado que las que la rodeaban; "Durante seis meses, con quince años Emma se ensucio las manos con el polvo de viejas bibliotecas públicas". Era sensible, soñadora, nerviosa, inconsciente, apasionada, amante de la estética y de un amor irreal y todo ello en grado que definiría como enfermizo y que la llevo asfixiada por las circunstancias al suicidio .
     
"Tan pronto se mostraba alegre, abriendo sus ojos con ingenuidad, como los entornaba con mirar aburrido, dejando vagar su pensamiento"... "Trataba de saber que se entendía exactamente en la vida por las palabras felicidad, pasión y embriaguez, que tan hermosas le parecieron en las novelas".
     
Al abandonalarla Rodolfo, su primer amante, entra en una destrucción de su persona, sin mostrar interés por nada, en la cama sin levantarse, sin comer y temiéndose por su vida, hasta el extremos que su marido deja el trabajo y permanece al lado de su lecho cuarenta y tres días hasta que Emma sale de esa situación entregandose a la religión con la misma pasión que se había entregado a sus fantasías. "Quiso ser una santa. Compró rosarios, se puso amuletos y deseaba tener en su cuarto, a la cabecera del lecho, un relicario con incrustaciones de esmeraldas para besarlo todas las noches"... "Ejercio la caridad exageradamente. Cosía la ropa de los pobres y enviaba leña a las parturientas"... "Su divisa era la resignación, la indulgencia para todos"...Duró poco su religiosidad.
     
"¡Qué importaba! No era dichosa, no lo había sido jamás. ¿De donde procedía aquella insuficiencia de vida, aquel instantáneo derrumbarse de las cosas en que se apoyaba?.. "Bajo la sonrisa se oculta el bostezo de aburrimiento; la maldición bajo la alegría; el hastió bajo el placer; y los más sabrosos besos sólo dejan en la boca el irrealizable anhelo de una más alquitarada voluptuosidad".  "En su deseo se confundía el sensualismo de lujo con la alegría interior, la elegancia de las costumbres con la delicadeza del sentimiento".
     
Esta era Madame Bovary la mujer que habló largamente de la caducidad de los afectos terrenos y del aislamiento eterno en que yace el corazón y que en su lecho de muerte cuando el sacerdote coge el crucifijo, "Ella, alargando el cuello como un sediento, posó sus labios en el cuerpo del Honbre-Dios, depositando en él, con toda su expirante fuerza, el beso de amor más grande que diera en toda su vida"...
   
Madame Bovary murió por intentar vivir detrás de un sueño inalcanzable.
   
Solamente la mística o la creación artística hubieran podido salvarla.
                                                                                                           
M.C.

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