1 de junio de 2011

Nuevas formas de leer, nuevas formas de pensar


Publicado por Nora

A raíz de temas que estoy investigando en áreas educativas, de un artículo que he leído en La Nación (ver fuente) y de inquietudes que surgen en el Grupo de Lectura (algunas de las compañeras expresan que les cuesta leer ciertos textos), les comparto algunas reflexiones sobre uno de los “efectos Internet”.

Pareciera que estamos dejando atrás, algunos paulatinamente, otros de manera más acelerada, las viejas maneras de pensar. “Calmada, concentrada, sin distracciones, la mente lineal está siendo desplazada por una nueva clase de mente que quiere y necesita recibir y diseminar información en estallidos cortos, descoordinados, frecuentemente solapados –cuánto más rápido mejor”. Así lo expresa el artículo "Cerebros ante el efecto Internet", que menciona al nuevo libro del autor Nicholas Carr “Superficiales”, cuyo subtítulo es: ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes?”. Efectivamente los nuevos lenguajes tienen influencia marcada en nuestro pensamiento, y nada es peor ni mejor, todo cambio deviene con pérdidas y ganancias. Oportuna e históricamente el nacer de la imprenta tuvo como consecuencia (entre otras) la pérdida del ejercicio de la memoria, que en esos momentos era excepcionalmente entrenada a través de la oralidad. ¡Si de ello se jactaban Juglares y otro tipo de ¿comunicadores? de romances, canciones, historias, que se transmitían de boca en boca! Según el artículo, pareciera que hubiera un rediseño a nivel neuronal. Algunas personas, sobre todo los usuarios frecuentes de la red, no piensan como solíamos pensar, comienzan a hacerlo de otra manera. ¡Ni qué hablar de la generación WEB!

Desde mi perspectiva y según lo que investigo, actualmente muchas personas leen y piensan a modo de “hipertexto”, sobre todo quiénes pasan mucho tiempo “navegando”, no pueden tener los mismos niveles de concentración en la lectura de textos largos. Ahora se captan rápidamente fragmentos cortos de textos desde numerosas fuentes “on line”, se obtienen montones de información, se filtra rápidamente la relevante, e incluso no se lee de izquierda a derecha y de arriba hacia abajo. El autor expresa que  siente como si “estuviese siempre arrastrando mi cerebro descentrado de regreso al texto” y que “la lectura profunda que solía venir naturalmente se ha convertido en un esfuerzo”. ¡Así comienza a suceder! La red tiene innumerables ventajas y surge (¿qué es primero el huevo o la gallina?) en contextos históricos caracterizados por el zapping, lo inmediato, la vida “fast”.Es un momento importante en la historia intelectual y cultural, una fase significativa entre dos formas de pensamiento. Las personas sienten un declive en su capacidad para leer y concentrarse, al menos como habitualmente se venía haciendo.

¿Mejor, peor? Desde mi perspectiva no es sólo  acceder a un monto importante de información (que por supuesto tiene valor e importancia), sino fundamentalmente saber cómo procesarla, acceder a fuentes confiables, discriminar, comprender, tener una mirada reflexiva y crítica y en el caso del texto literario sobre todo ¡DISFRUTAR LA LECTURA! Encontrar placer en ésta, sin que el tiempo y el acelere de estos contextos post modernos nos conviertan en autómatas. Podemos encontrar esta gratificación en el texto escrito, o en el hipertexto, en el espacio cibernético, dependerá de qué actitud tengamos al acceder a estos.

De todas maneras, me gustaría concluir con un párrafo del artículo en cuestión:

“Durante los últimos cinco siglos, desde que la imprenta de Gutenberg hiciese de la lectura un afán popular, la mente lineal y literaria ha estado en el centro del arte, la ciencia y la sociedad. Tan dúctil como sútil, ha sido la mente imaginativa del Renacimiento, la mente racional de la Ilustración, la mente inventora de la Revolución Industrial, incluso la mente subversiva de la modernidad. Puede que pronto sea la mente de ayer”.

Como educadores también sería pertinente plantearnos y reflexionar sobre esto que sucede, nos sucede; e intentar actualizar las viejas metodologías educativas que producen un efecto de saturación y aburrimiento (es “una” de las causas, no pretendo abarcar una problemática tan compleja), en alumnos que concurren obligados a clase.


Fuente: Diario La Nación. Enfoques. "Cerebros ante el efecto Internet" 29-Mayo-2011

1 comentario:

  1. Todo cambio trae consigo aspectos positivos y otros no tan o, incluso a veces, negativos. Pero no por eso debemos negarnos a los cambios, si no ¿cómo hubiéramos llegado a este siglo XXI? Coincido con el enfoque de la autora, que considero muy acertado. Algunos podrán ver en la disminución de la concentración frente a textos largos una faceta negativa de esta nueva etapa en la historia de la escritura (¿podremos llamarla así?). En todo caso, debemos aprender a manejar o minimizar los efectos que puedan ser no tan buenos. Pero no debemos cerrarnos a este nuevo mundo de escritura que nos presenta Internet porque los beneficios de los que nos privaríamos serían mayores que los perjuicios que trataríamos de evitar.

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